La suba de tasas genera alivio en la lucha contra la inflación, pero enciende las alarmas sobre su efecto en la actividad económica. Empresas y consumidores enfrentan mayores costos de financiamiento, lo que puede frenar la inversión y el consumo. El gran interrogante del mercado: ¿cuánto tiempo resistirá la economía antes de sentir el impacto completo?
Las tasas altas buscan frenar la inflación, pero también encarecen el crédito y afectan la producción. El dilema de siempre: controlar precios sin asfixiar la economía.
Las tasas altas enfrían la inflación, pero también amenazan con frenar la economía.
En el mundo de la economía, cada decisión tiene consecuencias que se sienten en cadena. La suba de tasas, una de las herramientas más utilizadas para combatir la inflación, también trae consigo un costo: la desaceleración de la actividad económica.
El freno invisible de las tasas altas
El mercado sigue con atención este movimiento porque sabe que el impacto no es inmediato, pero llega. Tasas más altas significan que pedir dinero prestado se vuelve más caro. Empresas que planeaban invertir, ahora lo piensan dos veces. Familias que evaluaban comprar un auto o una vivienda con crédito, lo postergan. Y el consumo, motor central de la economía, pierde fuerza.
El efecto se traduce en un menor dinamismo general: menos proyectos, menos producción y, en algunos casos, más desempleo. Es el precio de enfriar la economía para que los precios dejen de subir.
El dilema es hasta dónde se puede sostener este esquema. Una tasa alta logra contener la inflación y defender la moneda, pero si se prolonga demasiado puede llevar a una recesión más profunda. Los mercados lo saben y, por eso, la gran pregunta es cuánto durará el ciclo de tasas elevadas.
Algunos analistas creen que el alivio llegará pronto, si la inflación da señales de ceder. Otros, más cautos, señalan que mientras persistan los riesgos externos y la presión sobre el dólar, los bancos centrales mantendrán el costo del dinero en niveles altos.
En cualquier caso, la economía real ya empieza a sentir la tensión. Y la preocupación del mercado es que el remedio para la inflación termine siendo demasiado fuerte para la actividad.



