Los encajes bancarios alcanzaron su nivel más alto en tres décadas, y el Gobierno se prepara para una nueva pulseada con el sistema financiero. Mientras la autoridad monetaria busca absorber pesos y contener la inflación, los bancos reclaman que el costo es excesivo y frena el crédito. Un equilibrio delicado entre la estabilidad macro y el financiamiento de la economía real.
Con los encajes en niveles récord, el Gobierno busca enfriar la economía y los bancos reclaman oxígeno. La disputa revela las tensiones entre la política monetaria y la necesidad de crédito para la actividad.
Encajes en su nivel más alto en 30 años: el Gobierno busca frenar la inflación, los bancos reclaman oxígeno.
El Gobierno se prepara para una nueva pulseada con los bancos: los encajes, es decir, la porción de depósitos que las entidades deben inmovilizar en el Banco Central, alcanzaron su nivel más alto en 30 años.
La medida busca un objetivo claro: absorber la mayor cantidad de pesos posible para reducir la presión inflacionaria y evitar que el exceso de liquidez se vuelque al dólar. En otras palabras, congelar parte del dinero que podría estar circulando en la economía.
La tensión detrás de los encajes récord
Sin embargo, para los bancos el costo es evidente. Cuanto mayor es el nivel de encajes, menos recursos tienen disponibles para prestar. Esto encarece el crédito, frena el financiamiento a empresas y familias y debilita la capacidad del sistema financiero de dinamizar la economía real.
Los analistas señalan que el dilema es clásico: estabilidad monetaria versus crecimiento. Por un lado, los encajes altos ayudan a contener la inflación y la volatilidad cambiaria. Por otro, pueden ahogar el crédito y profundizar la recesión.
El Gobierno defiende la medida como parte de su estrategia de disciplina monetaria, en línea con los compromisos de sostener el superávit fiscal y mantener bajo control la emisión. Los bancos, en cambio, advierten que si no hay una reducción gradual, la tensión con el sector privado podría aumentar.
En los próximos meses se verá hasta qué punto esta pulseada encuentra un equilibrio. Porque, en definitiva, la pregunta de fondo es la misma: ¿cuánto se puede ajustar sin romper la rueda de la economía real?



