Estados Unidos rechazó exenciones arancelarias al acero y al aluminio europeo, ratificando su postura proteccionista. La medida genera malestar en Bruselas y reaviva tensiones en el comercio transatlántico. Washington apuesta a proteger su industria local, mientras la Unión Europea analiza respuestas en un contexto global cada vez más fragmentado
La Casa Blanca rechazó flexibilizar los aranceles al acero y al aluminio europeo. Una decisión que reafirma su política dura y amenaza con abrir un nuevo capítulo en las tensiones comerciales con Bruselas.
EE.UU. rechazó exenciones al acero y aluminio europeo y mantiene firme su política proteccionista.
La política comercial de Estados Unidos volvió a tensar la relación con Europa. Washington rechazó las solicitudes de exención arancelaria al acero y al aluminio europeo, confirmando que mantendrá una línea dura en la protección de su industria metalúrgica.
La medida implica que los productos provenientes de la Unión Europea seguirán pagando aranceles adicionales al ingresar al mercado estadounidense. El objetivo declarado es defender a los trabajadores locales y garantizar la competitividad de la industria frente a lo que consideran prácticas desleales del exterior.
Proteccionismo en marcha: EE.UU. endurece su postura
En Bruselas, la decisión fue recibida con preocupación. La UE esperaba que, tras el acuerdo transitorio alcanzado hace algunos meses, se avanzara hacia una flexibilización que alivie la carga sobre sus exportadores. Sin embargo, el rechazo estadounidense marca un retroceso en el diálogo y abre la puerta a nuevas tensiones.
Los analistas señalan que esta postura refleja un patrón: más allá de los cambios de administración, EE.UU. mantiene un enfoque proteccionista en sectores estratégicos. El acero y el aluminio no solo son insumos industriales clave, sino también símbolos de soberanía productiva y empleo.
El impacto global no es menor. La persistencia de estas medidas eleva los costos del comercio transatlántico y alimenta la incertidumbre en un contexto donde las cadenas de valor ya enfrentan presiones por el desacople con China y las tensiones geopolíticas.
Europa, por su parte, evalúa cómo responder sin escalar el conflicto. El desafío está en equilibrar la defensa de sus exportadores con la necesidad de sostener la cooperación con Washington en otros frentes, como la energía y la seguridad.
En definitiva, la decisión de EE.UU. no es solo un gesto económico, sino también político: una reafirmación de que el proteccionismo sigue marcando la brújula de su política comercial.



