El neurocientífico israelí Rony Paz, director del Instituto Azrieli de Ciencias Neuronales y Cerebrales del Instituto Weizmann, investiga qué ocurre cuando el equilibrio cerebral se quiebra y aparecen trastornos como ansiedad, depresión o estrés postraumático. Sus estudios sobre la amígdala y la corteza prefrontal abren caminos para terapias innovadoras, apoyadas por inteligencia artificial. El desafío: comprender cómo modular en tiempo real la actividad neuronal para restaurar la salud mental y mejorar la vida de millones de personas en el mundo.
La salud mental se ha convertido en uno de los grandes desafíos del siglo XXI. El neurocientífico Rony Paz, director del Instituto Azrieli en Israel, dedica su carrera a entender qué ocurre cuando el cerebro “se quiebra” y surgen trastornos como ansiedad, estrés postraumático o enfermedades neurodegenerativas. Sus investigaciones se centran en dos regiones críticas: la amígdala, que procesa las emociones intensas y los peligros, y la corteza prefrontal, que guía las decisiones racionales. Cuando el equilibrio entre ambas se rompe, aparecen respuestas desadaptativas. Paz combina neurobiología, filosofía, matemática e inteligencia artificial para encontrar nuevas formas de diagnosticar y tratar estos trastornos. Su visión apunta a un futuro cercano donde aplicaciones digitales puedan modular la actividad cerebral en tiempo real, abriendo una revolución en los tratamientos para la salud mental.
El profesor Rony Paz analiza cómo el cerebro se rompe frente a la ansiedad y el estrés, y cómo la inteligencia artificial puede convertirse en una aliada clave.
El desafío de entender al cerebro
El cerebro humano es el sistema más complejo que conocemos. Nos permite tomar decisiones, aprender, recordar y relacionarnos socialmente. Pero también puede quebrarse. El profesor Rony Paz, neurocientífico del Instituto Weizmann de Israel, lleva casi dos décadas investigando qué ocurre cuando este sofisticado entramado falla y emergen trastornos mentales o emocionales como la ansiedad, el estrés postraumático (TEPT) o incluso enfermedades neurodegenerativas.
Su motivación es clara: la curiosidad y el deseo de transformar descubrimientos en soluciones para quienes padecen estas condiciones. “Queremos entender qué sucede cuando el sistema se rompe, y usar ese conocimiento para crear terapias efectivas”, explica.
Amígdala y corteza prefrontal: el delicado equilibrio
Los estudios de Paz se concentran en dos regiones clave. La amígdala, responsable de procesar emociones intensas y detectar peligros, funciona como una alarma de supervivencia. La corteza prefrontal, en cambio, aporta racionalidad y toma de decisiones complejas. En un cerebro sano, ambas trabajan en conjunto: la emoción alerta y la cognición decide cómo actuar.
Sin embargo, en personas con ansiedad o TEPT, este equilibrio se rompe. La amígdala sobrerreacciona y la corteza prefrontal pierde capacidad de control. El resultado: respuestas desadaptativas que afectan la vida diaria.
Inteligencia artificial al servicio de la mente
La neurociencia avanza hoy de la mano de la inteligencia artificial (IA). Para Paz, este vínculo es triple:
La IA ayuda a procesar enormes volúmenes de datos neuronales.
La neurobiología inspira algoritmos de redes neuronales artificiales.
La interacción entre máquinas y cerebro abre la puerta a nuevas terapias.
Mediante algoritmos avanzados, su equipo logra identificar patrones ocultos en la actividad neuronal. Esto permite diagnosticar con mayor precisión y, en un futuro cercano, diseñar aplicaciones capaces de modular en tiempo real la actividad cerebral de pacientes con ansiedad o TEPT.
De la ciencia básica a la aplicación clínica
El camino no es inmediato, pero los avances son concretos. El primer paso es el diagnóstico temprano: identificar señales cerebrales que anticipen la aparición de un trastorno. El siguiente desafío es desarrollar herramientas que restauren el equilibrio entre amígdala y corteza prefrontal.
Paz imagina aplicaciones que actúen como un “entrenador” neuronal, generando estímulos que el cerebro pueda incorporar para recuperar un funcionamiento adaptativo. “No sé si serán dos, cinco o diez años, pero estamos muy cerca”, asegura.
La salud mental como desafío global
La ansiedad y el estrés postraumático afectan a millones de personas en el mundo. En Argentina, donde el 30 % de la población reporta síntomas de ansiedad, las investigaciones de Paz ofrecen esperanza. La posibilidad de combinar ciencia, tecnología e inteligencia artificial para mejorar tratamientos podría cambiar la vida de miles de pacientes y, al mismo tiempo, abrir oportunidades de innovación para emprendedores en el campo de la salud digital.
La curiosidad como motor científico
Más allá de la tecnología, Paz destaca un valor que atraviesa generaciones de investigadores: la curiosidad. Para él, este impulso es el que permite desentrañar la complejidad del cerebro y avanzar hacia soluciones reales. Y es también el motor que hoy moviliza a jóvenes científicos multidisciplinarios, formados en neurociencia, informática, física y psicología.
Un futuro en construcción
El cerebro sigue siendo un enigma, pero nunca antes se estuvo tan cerca de comprenderlo. La combinación de neurociencia, inteligencia artificial y aplicaciones clínicas promete transformar la salud mental. Como señala Paz, la clave no es solo entender cómo el cerebro se rompe, sino aprender a restaurar su equilibrio para que las personas puedan vivir mejor.



